Uno de los niños de una clase de educación infantil preguntó:
-
Maestra… ¿qué es el amor?
La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento. Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
-
Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado.
El primer alumno respondió:
-
Yo traje esta flor… ¿no es bonita?
A continuación, otro alumno dijo:
- Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?
Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.
Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.
La maestra se dirigió a ella:
-
Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar?